viernes, 30 de enero de 2009

"Un viaje con Scholosser"

Desperté con la sonrisa en la boca, era sinónimo de que había tenido algún sueño agradable, cuando esto sucede - y en otras ocasiones también, pues me gusta saber donde he pasado la noche - me concentro y trato de evocarlos de nuevo, es como vomitar los sueños para saborearlos según van saliendo; pues bien esa noche había estado de viaje con mi amigo Adolfo, habíamos ido a la Vera a casa de Patricio Bulnes, un amigo suyo de tiempos, al que hacia bastante que no veía, al mismo tiempo nos sirvió de excusa para olfatear materiales y reconocer lugares. Una vez entrados en la serpenteante carretera comarcal que recorre la falda de la sierra de Gredos nos sentimos como en casa , los árboles, el verdor, el olor, el sonido del agua recorriendo caceras o brincando por los barrancos, todo conducía a un entorno de naturaleza en el que nos sentíamos como peces en el agua; Adolfo era una persona muy poco habladora, aunque muy expresiva; una mirada cómplice y una sonrisa escueta era suficiente para cerciorar que su estado de animo era bueno.

No tenia muy clara la dirección de su amigo Patricio, pues hacia bastante tiempo que no le visitaba, pero aún así logramos encontrar el camino acertado, para que su memoria hiciese el resto; salimos de la carretera principal y cogimos una desviación hacia la sierra, que más tarde desembocó en un camino de tierra; según alanzábamos yo me preguntaba donde coño estaría la casa del individuo este. Adolfo me había contado algo al respecto de Patricio, que era escritor, que fundaron una revista junto a Eva, de la que fuera pareja durante algún tiempo, que era un poco excentrico y que se había retirado a vivir al campo entre otras cosas, para criar perros, más concretamente mastines.Pasados unos cuantos baches y no menos curvas llegamos a un pequeño espacio donde parecía acabar todo rastro de lo que pudiera denominarse camino, un escueto: "bien,.....puede que sea por aquí" me hizo apagar el vehículo y esperar acontecimientos.

Adolfo bajo del coche con aire de satisfacción, pronto oímos el ladrido de perros que se acercaban hacia nosotros; sonrió y eso era señal de que había acertado con el lugar, muy pronto llegaron a nuestras vistas tres grandes perros blancos que lanzados a la carrera ofrecían una imagen no muy agradable, y menos como recibimiento, suerte que tras ellos, apareció una figura humana que comenzó a silbarles y consiguió que frenasen su instinto perruno. Patricio era una persona más bien alta y algo delgado, sus pasos decididos podían semejar zancadas alegres que sorteaban los matorrales, enseguida lanzo sus manos hacia Adolfo con una gran sonrisa en los labios. Tras las presentaciones nos animó a que le siguiéramos por su finca; mientras andábamos, iba dándonos explicaciones de los lugares por donde pasábamos, "..aquí voy a hacer esto, y allí, lo otro.." todo eran proyectos, ideas para llenar una nueva vida en un nuevo sitio; a todas estas cuestiones, Adolfo siempre contestaba con una silenciosa sonrisa.

Algo que me pareció extraño en un principio, es que no nos mostrase primero la casa y luego los alrededores, lo que significaba el parejo valor que daba a ambas cosas ,aspecto este que luego confirmé al ver el estado de la vivienda. Esta se encontraba en un edificio de una sola planta, era una construcción moderna y solida con cierto aspecto de inacabada, una casa de campo que podía muy bien llegar a ser una gran mansión. Accedimos al interior a través de una amplia terraza que de espaldas a la sierra se abría con una gran generosidad hacia el horizonte del sur; la fachada estaba enfoscada, pero carecía de cualquier tipo de pintura ofreciendo un tono cromático bastante apagado;al traspasar la puerta me dio la impresión de estar en una obra, al igual que el exterior, no existía ningún tono de color en especial, todo era gris , apagado y opaco, ese color que ofrece el simple enlucido del yeso; ningún ornamento distraía el espacio, no recuerdo muebles, ni cortinas, ni lámparas,ni cualquier otro objeto que aportara un rasgo de presencia humana, la casa , o en principio el salón comedor - que pudiera ser - unos escalones y una muy generosa barra, separaban este espacio del que sería la cocina. aquí si se identificaba vida, no había electrodomésticos aparentes, apenas dos, una vieja cocina de butano con horno y un frigorífico que ya no era blanco; el resto, quiero decir la espléndida barra en ele era un cumulo de objetos indescriptibles a excepción de un sinfín de envases de natillas vacías que exportaban un intenso color amarillo a todo su alrededor, esa fue la imagen más impactante que recuerdan mis sueños con toda claridad amén de otra que expondré más tarde; el ejército de envases que invadía literalmente las encimeras iba acompañado de otro similar de cucharillas, ¿cuantos envases podria haber? Adolfo y yo nos miramos y enseguida a espaldas de Patricio, esbozamos una sonrisa y nos encogimos tímidamente los hombros, un espectáculo similar no podía pasar desapercibido en ningún momento; a veces estos envases ofrecían una lógica o un orden, configuraban hileras, con una cuchara dentro de cada uno, en otro lugar formaban una torre, que se iba inclinando a medida que esta crecía, hasta retar la ley de la gravedad, pero lo normal, era el caos, como si se hubieran ido tirando tras su consumo pausado o compulsivo y tal como caían, de cualquier forma,así quedaban; de igual modo las cucharillas parecían poner el contrapunto, tanto por la forma , como por el brillo metálico que ofrecían; !menuda colección de cucharillas! ¿habría una cucharilla por cada envase de natillas?. De cualquier modo, el espectáculo de color y formas estaba servido.
Allí mismo, en aquel espacio se desarrollo una grata conversación mientras Patricio se afanaba en hacer un hueco en el mar de natillas , donde prepararía una pierna de cordero para asar ; muchas piernas debió asar ese horno a juzgar por los visibles restos de grasilla que escurrían por el frente del horno.
¿La comida?....pues de esto mis sueños no han dejado constancia, probablemente por que no causara en mi la misma honda impresión que dejo la casa .
De los postres, si me acuerdo; nos dirigimos a la parte de las habitaciones a través de un largo pasillo, acabado en yeso crudo como el resto de la casa; a ambos lados había habitaciones, sin puertas, pero manifestaban su presencia por la luz que proyectaban sobre el oscuro pasillo; entramos en el primer espacio a mano derecha, recuerdo ,cargados con los cachiperres del café; era una habitación cuadrada, con una buena ventana , una chimenea abierta.y el mismo acabado espartano que caracterizaba toda la casa. Este es mi estudio, - nos comentó Patricio - ¿Estudio?, yo allí no veía absolutamente nada, salvo leña por el suelo sin colocar y un sillon de orejas situado a una distancia prudente frente a la mencionada chimenea. No se como transcurrio la velada, pues seguramente yo ya iría algo tocado tras el vino de la comida ,-al cual los tres eramos bastante aficionados-,amén, de los canutos de mariguana que nos habríamos fumado: eso si, mi mente debió quedar grabada con la visión de aquel espacio y de su principal protagonista, el sillón de orejas , un sillón de piel oscura,blanda ya del desgaste, con la oreja de dormir preferida,claramente señalada por un cerco grasiento y surcada por infinitas y sutiles grietas que dejaban entrever parte del entramado estructural interno del asiento, aunque este entramado también quedaba expuesto claramente en el exterior, pues de la parte trasera del respaldo, salían, varios muelles como catapultados hacia el espacio en forma de fuegos de artificio; de igual manera solo que retenidos en su trayecto por el suelo, aparecían otros por debajo del asiento como gusanos retorcidos; no era un sillón, no era un asiento, era un trono ,un majestuoso trono, desde el cual se dirigían los hilos de personajes anónimos o de lugares inesperados. Entonces yo me imaginaba a Patricio, sentado junto al fuego, acariciando con ternura los reposabrazos de su fiel poltrona, enajenado por momentos en el paisaje de la ventana o en unas morbosas natillas , con una libreta y un bolígrafo por toda herramienta. Componiendo y descomponiendo palabras .

¿Para el tiempo de la vuelta?... creo que mis sueños, ya se habían dormido.



















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