lunes, 1 de octubre de 2012

El cartel II




El día se levantó claro y yo totalmente obsesionado con el cartelito de marras, más que algo artístico empezaba a sonarme a una historia de otra índole,  subí con la furgo y le hice un par de fotos, observé de nuevo el cartel y efectivamente sentí que la parte plástica había perdido fuerza, pero daba igual, aquel descubrimiento tenia que compartirlo con el resto de los compañeros


                                 Descargué las fotos y las envié por correo al grupo; entusiasmo, lo que se dice entusiasmo no encontré por ningún lado, solo alguna contestación del tipo: "¿El texto dice algo por sí mismo o hay que ponerle imaginación? " o ! me gusta !.



¿Qué querría decir esa frase y a quien iba dirigida?,  ya que la frase tiene un sentido concreto para alguien, no es una oración que sirva de cualquier manera. Bueno de alguna manera el tema estaba medio zanjado, cerré el correo y me baje al taller.

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                                 Hades era una persona inquietante, en algún momento de su vida su cerebro tomó un rumbo inesperado; dedicaba su tiempo a pasear por los caminos del pueblo, tenia un andar rítmico  muy rítmico y característico,  parecía como si anduviera bailando, levantaba todo su cuerpo y luego lo dejaba caer de forma suave, como si caminase saltando olas. Siempre iba vestido de la misma manera: una camiseta de tirantes blanca, que permitía ver su torso atlético  unos pantalones de chándal de algodón azul oscuro cuyo color se antojaba demacrado, agotado por el tiempo y unas zapatillas deportivas blancas cansadas de tanto trayecto, solamente en el verano, durante los días más calurosos se permitía la licencia de cambiar las deportivas por unas sandalias, hecho este que repercutía notablemente en la cadencia de sus andares; el pelo era otra de sus características, era largo, liso , ralo y se movía al compás de su paso. Se le solía ver al caer la tarde, siempre solitario, dirigirse unas temporadas en una dirección y otras en otra , como si la rutina necesaria tuviera que cambiare de acera cada cierto tiempo, siempre con la cabeza alta, con un movimiento de brazos exageradamente pendular,como si un desfile musical se tratara y ofreciendo la sensación de  musitar algún salmo, alguna canción o algún verso, ciertamente siempre que le veía  me parecía que estuviera recitando un poema, aun cuando yo extremaba mi atención y no veía que moviera los labios, pero les juro que a mi me lo parecía; era de estas personas que cuando las ves enseguida piensas:  es un loco o un poeta. Yo siempre pensé lo último.











2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay misterios en los que solo cabe la suposición.
Hay certezas que son más increíbles que la propia imaginación.
Hay infinidad de amores que se pierden, que no se dicen; que no sospechas...
Hay sueños, en la noche, cuando permiten vagar libremente al pie de la morada del ser amado en que lo único posible es tratar de respirar su aroma. Dejar el tuyo...
Hay noches, y en la noche el sueño es posible hasta el rasgar del día.
Hay cuentos a los que no hay que poner el final, porque no lo tienen. Porque no lo tendrán

Federico Gómez dijo...

En definitiva, hay misterios,certezas,amores,sueños,noches y cuentos; oído cocina, en realidad estos breves relatos no son otra cosa que eso, cuentos, noches,sueños,amores,certezas y misterios.