martes, 19 de marzo de 2013

Me llamo Ailanto y soy un árbol de los Dioses III -Benicassim-

Comencé con muchas ganas el desbastado de la pieza - siempre que preparo una nueva obra siento una sutil ansiedad que recorre mi cuerpo, esa adrenalina me pone las pilas - No conocía las propiedades de el Ailanto, y pronto comencé a descubrirlas ; la corteza  poco rugosa y fina de un tono aceituna claro, su madera clara, de veta y color muy parecidos  a los del fresno, con ese aire característico de trigo dorado, al corte se mostraba también dura pero más astillosa, me resulto algo extraño ya que era un árbol de rápido crecimiento y la mayoría de las veces estos árboles tienen una madera algo blanda; con respecto al olor este no me causó ninguna impresión, es más, yo diría -con permiso de la nariz de Grenouille - que carecía de un olor propio. En conjunto podría decirse que cubría con creces mis expectativas.
Como ya anticipara Paulete, el trabajo iba a resultar laborioso, en este sentido mi objetivo antes de trasladar la pieza a Benicassim era simplemente darle la forma fundamental y trazar el entramado de escaleras, el resto lo realizaría allí
Una de las peculiaridades de la convocatoria, consistía en realizar parte del trabajo de cara al público, aspecto este que deberíamos tener en cuenta en la medida de nuestras posibilidades, pues Paulete estaba interesado en mostrar el proceso de  materialización de una escultura a los habitantes y transeúntes de la localidad, era una manera de que vivieran más de cerca el arte de forma más global, no solamente mediante la contemplación del objeto,sino posibilitando la comunicación entre el autor y los viandantes,  no en vano las piezas se iban a quedar una larga temporada allí expuestas y la aceptación por parte de las personas con las que compartiría el espacio era importante. Ya me veía yo rodeado de jubilados diciéndome que es lo que tenia que hacer y por donde debería de seguir, como utilizar la herramienta...






Sentir como una motosierra se hunde en tu cuerpo, no es algo fácil de describir. El primer sentimiento que me sobrevino fue el de pánico,  pavor; sobre un ruido sobrecogedor noté como parte de mi cuerpo se convertia en polvo y astillas. Tras la primera sensación de susto, recobré la calma al comprobar que realmente no sentía nada, quiero decir  dolor, quizás no era consciente todavía de que ya no era un ser vivo, me habían desarraigado y amputado la copa, por tanto había ciertas sensaciones que por fuerza no debería experimentar, como el hambre, la sed, o el dolor. Uno tras otro, se iban sucediendo cortes en mi cuerpo, unos livianos, otros más profundos que de alguna manera me permitían intuir unas determinadas formas que definitivamente iban a modificar mi figura.

El primer viaje  serio, se me antojó pesado, largo, cansado, Para empezar solo ver aparecer a Ángel me hacia temblar, imaginarme de nuevo entre cadenas provocaba en mi cierta sensación de angustia, aunque con el tiempo me iría acostumbrando al trajín de los traslados. En la posición de tumbado apenas podía ver nada, tan solo una linea infinita de azul celeste salpicada de cuando en cuando por alguna nube solitaria que navegaba a sus anchas sin saber qué destino; también alcanzada a ver en algunos momentos las puntas de las verdes copas de algunos congéneres que flanqueaban la carretera. En un momento dado, presentí en el ambiente que algo estaba cambiando, el aire se me antojaba más húmedo, con notas de sal, yodo  y algo en su perfume  muy diferente al lugar donde yo había crecido. Ángel comenzó mi descarga, más concretamente mi traspaso, pues había una especie de carretilla con cuernos que me estaba esperando para llevarme a otro lugar.
- Este vive mejor que un cura -comentó Ángel a la persona que me iba a transportar- ten mucho cuidado con él, que luego me vienen a mi con las monsergas; pa que luego digan los ecologistas que tratamos mal a los árboles; ya ves tu, ahora aquí en la playa, al solecito....
- Ya lo ves - respondió el conductor de la carretilla elevadora- otros ya estarían hechos leña. Fíjate  a este le traéis de Madrid, como si aquí no hubiera árboles.
Aquella respuesta se me clavo en el cerebro, giré mi cabeza y miré fijamente al tiocalvogordodescerebraillo. no sé que me molestó más, si lo del árbol de aquí o el bajo concepto que tenia de los árboles al considerarlos como leña. Ángel sabedor de ambas respuestas me miró, sonrió y comenzó a recoger los bártulos.
- Bueno macho, yo aquí ya he terminado y me quedan muchas horas de camino, así es que si no quieres algo más me marcho.
Por su parte el hombretón del toro se encamino hacia villa Elisa con el tronco entre los cuernos.

Ese lugar me pareció privilegiado,me depositaron en el jardín de una majestuosa casa y frente a una infinita masa de color azul plateado. Esta, ronroneaba jugando a entrar y salir confundiéndose con la arena; luego me enteraría que esa gran mancha era el mar - cosa curiosa- e iba a ser el lugar en el que finalizaría mi transformación.






Benicassim tiene un paseo marítimo muy bonito, un paseo que en uno de sus tramos se encuentra flanqueado por unas preciosas villas de principio del siglo xx. que representaban la imagen esplendorosa de una determinada clase social, la de la alta burguesía; se podían considerar una muestra de poderío y de distinción social. Al parecer todo comenzó con la edificación de una villa- creo que villa Pila - por parte del ingeniero que estaba al mando de la construcción de la linea del ferrocarril , el envidiable enclave y la notable competencia por pertenecer a una élite social hicieron el resto y así fueron levantándose una veintena de pequeñas villas señoriales frente al mar, marcadas por los gustos y posibilidades de sus propietarios. En una de ellas, más concretamente villa Elisa ,creo recordar, me propuso Paulete que montara mi taller al aire libre. Era una majestuosa construcción de un rico burgués que fuera alcalde de Tortosa en aquellos tiempos, posteriormente ante la imposibilidad de ser mantenida por los descendientes, el edificio pasó a manos del Ayuntamiento. En aquel momento parte del mismo se encontraba utilizado por una escuela taller -bonito entorno para desarrollar una labor educativa-. Mi lugar de trabajo iba a encontrase en el jardín, junto a la verja que daba al paseo . El jardín  era una pequeña maravilla, no en vano la escuela  que allí desarrollaba su tarea lo utilizaba para que sus alumnos realizaran las prácticas; lo que más destacaba con diferencia era un gran ficus que ocupaba la mayor parte del espacio, las raíces sobresalían de la tierra formando un intrincado laberinto cuyo origen se situaba en el inmenso tronco; su fronda, sombreaba casi por completo la parte sur del jardín y desde sus ramas bajeras se descolgaban a modo de cabellos unos apéndices filamentosos buscando con necesidad el suelo .Estas raíces aéreas con el tiempo acabarían formando un nuevo tallo, dando lugar a una inusual imagen de templo arbóreo. Sinceramente, ese árbol me fascinó.







Los encuentros entre artistas, suelen ser muy agradables y motivadores, y el hecho de tener que realizar la pieza en el lugar propiciaba un muy interesante intercambio de opiniones y experiencias. En el grupo todos eramos escultores por lo que los materiales jugaban un papel importante; hierro, acero pulido, plástico , madera....y resultaba muy gratificante poder seguir la evolución de la obra día a día y ver a cada uno trabajando con los distintos materiales. En este sentido, me viene a la cabeza un muchacho - del que no recuerdo el nombre- que Paulete puso a nuestra disposición para que nos echara una mano cuando alguno  la precisáramos; resultaba una persona muy peculiar ya desde su fisonomía: estirado, melena larga , rala,despeinada, siempre con barba de varios días, andares en descomposición y sonrisa abierta eterna, parecía que se riera del mundo mismo y en todo momento, casi todo le resultaba reible; trabajaba de técnico en un teatro de Madrid, en la parte de escenografía  y chapucerias mil - resolución de problemas, vaya - y esto le había proporcionado una amplia experiencia en el tratamiento de muchos materiales, lo mismo soldaba con oxigeno, que preparaba una masa de cualquier cosa, o que tiraba de motosierra , sabia desenvolverse con soltura ante cualquier situación y esto le colocaba como centro de deseo por parte de todos.A tal punto dominaba los materiales, que una noche nos convocó en la playa para darnos una primicia, había conseguido utilizar el Colacao, si el Colacao, como combustible para los juegos que realizan los faquires arrojando fuego por la boca.
- Tachan, tachan, siéntense, pónganse cómodos, que van a presenciar un espectáculo único en el mundo.- nos gritaba jaleándonos con su risa-
Nos esparcimos en semicírculo sobre la arena de la playa rodeándole y con el mar a nuestros pies.Se descalzó introduciéndose unos metros en el mar,-quizás para dotar de una escenografía a la actuación- del bolsillo de su rancio pantalón extrajo un sobrecito de colacao de los que nos daban en el desayuno, que agitaba al aire acompañándose de una estruendosa risa. Rasgó el sobre y se echó un puñado en la boca; ahora no podía hablar -nosotros tampoco- con lo que sus alocados gestos se multiplicaron , movía la cabeza y el cuerpo sin ninguna coordinación como un poseído; echó mano al bolsillo de nuevo y saco un mechero que nos mostró como si de un trofeo se tratase, de repente la tos se apoderó de el y agitándose mas exageradamente si cabe, salio del mar dando saltos como si le hubiese picado un cangrejo y con los pantalones empapados

- bbrmmjjaajjmm , bueno bbrmmjjaajjmm,  la primera vez siempre sale algo mal ¿no?
 El grupo estalló a carcajadas, no tanto por lo que había dicho, sino por el espectáculo en si que  estaba dando, añadiendo a esto, que debido a la tos y a sus aspavientos había expulsado el Colacao de la boca y se lo había restregado por toda la cara dejandosela hecha un  cristo.
De nuevo volvió al mar, se posicionó estrategicamente de perfil frente a nosotros , relleno otra vez su boca con el colacao, y dispuso su otra mano con el mechero encendido debajo mas o menos de su barbilla; trás unos segundos de intriga, escupió el polvo al aire y..... nada, la única consecuencia de este gesto fue que el mechero se apagara. Repitió la operación una y otra vez, y una y otra vez no pasaba absolutamente nada salvo un aluvión de risas; el producto mágico se estaba agotando, tras muchos intentos fallidos y cuando el público ya comenzaba a descorazonarse y a dispersar su atención, una llamarada iluminó nuestro espacio dejándonos boquiabiertos, los ojos se le salían de las órbitas mirándonos incredulamente y como un verdadero poseso, repitió la misma operación una y otra vez echando bocanadas de fuego y de risa hasta que acabó con el sobrecito. A partir de aquella noche todas las mañanas pedía un sobrecito más de colacao a la hora del desayuno, y siempre que veía un momento oportuno exhalaba una bocanada de fuego como lo hiciera un dragón en un cuento.Mas tarde, animado por el éxito  probaría a realizar la misma hazaña con el polvo que salia al lijar mi pieza...
Otro grato recuerdo que guardo es de todos los compañeros con los que compartí aquellas jornadas  pero de forma especial a Pep Fajardo y a Albert Castañé. Ambos tenían un trabajo que especialmente me gustaba, Pep trabajaba con varilla de hierro realizando construcciones muy sugerentes, en ocasiones utilizaba papel a modo de velas, me recodaba en alguna medida a Adolfo, por la sencillez y limpieza de las obras y en algún caso por la temática y la resolución de las piezas. Por su parte Albert, jugaba con las proyecciones de objetos sobre una plancha curvada de acero pulido, generando paisajes distorsionados y cambiantes según el angulo de visión.



Pep Fajardo, Nave instrumento, madera, hierro, hilo y plomo, 43 x 73 x 16 cm, 2008

Pep Fajardo







Pep Fajardo



Albert Castañé



Resultaba tremendamente placentero recorrer por las mañanas el largo paseo marítimo que  separaba el lugar donde dormíamos de villa Elisa. Ocupaba mis mañanas en realizar el trazado de las escaleras , los caminos y puertas incrustados en la madera; era un trabajo rutinario, mecánico, a base de martillos, formones y gubias, a veces me dejaba llevar y permitía que fuera mi cuerpo, no mi cerebro quien llevara la iniciativa de abrir un camino, luego lo completaba teniendo en cuenta los aspectos técnicos. Los trabajos rutinarios, tiene la benevolencia de permitirte avanzar sin una excesiva atención, la mínima para no sufrir algún percance, en forma de accidente o de metedura de pata en el trabajo; a mi particularmente ,que me hace falta poco para subirme a la nube, la rutina me basta para visualizar la pieza acabada o para continuar dándole significados a la misma, en este caso me permitía imaginar una gran ciudad vertical donde morarían todos los seres vivos que habitan los árboles.
Los comentarios de la gente que paseaba resultaban cuando menos curiosos, descubrí la poderosísima imagen que tenemos creada sobre la torre de Babel; la mayor parte de las personas identificaban la pieza con la imaginería que rodea ese mito y en los ratos de trabajo mecánico pensaba sobre el asunto de la confusión de las lenguas, asemejando  esta con la realidad misma y con la "presunta" incapacidad de entenderse no ya entre pájaros de distintas especies, sino entre los distintos seres que pueblan un árbol, cómo  podrían entenderse un escarabajo con una ardilla, o un gusano xilofago con una oropéndola, la diferencia estaba en que los primeros necesitaban la comunicación para poder seguir construyendo la torre y los segundos:
- Hola gusanito, tengo hambre y necesito comer algo - dijo el pájaro-
- No por favor, no me comas, que aún no tengo pagada la hipoteca.
Como la vida misma, el buitre se como al pobre aunque vivan en la misma casa..

La pieza se encontraba bastante adelantada, con seguridad estaría para la fecha prevista; siempre están las piezas para la fecha prevista, pues lo normal es que toquemos y retoquemos hasta que suene la campana. Utilizaba las tardes para iniciar el acabado y para debatir con los transeúntes  cada vez más numerosos por las fechas en que nos encontrábamos - Julio- y otros porque repetían rutinariamente el paseo y hacían una paradita para comprobar el estado del trabajo.
- Que, ¿ya viven más vecinos?
- Al final no le has puesto ascensor.- apostillaba otro -
- Por una puertica de esas no va a caber una ardilla
- No señor, las puertas son solo para los bichitos pequeños - le respondió la persona que se encontraba a su lado-
Los niños eran sin duda los más osados y los más claros, se acercaban estrepitosamente arrojándose a la verja en el momento que oían el rugir de la motosierra o el chillido de las lijadoras
- ¿ Y eso corta?
- ¿Qué estás haciendo?
- ¿Y no le duele?
- Pues es una porquería, en mi casa tengo yo un sitio para mis pájaros
Intentaban pasar las cabezas entre los barrotes de la verja - cosa imposible- y cuando venían en grupo se empujaban unos a otros generando un revoltijo como el de las gallinas cuando les echas el grano; en ese momento, me daba la vuelta con la motosierra en ristre y daba un par de acelerones fuertes, inmediatamente todos miraban hacia mi ,boquiabiertos y con los ojos como platos, entonces se soltaban de la verja y retrocedían unos pasos, pasados unos segundos de incertidumbre rompían a carcajadas , como si estuvieran viendo a un mono enjaulado.

Básicamente el acabado consistía en el lijado y posterior protección de la pieza con aceites insecticidas y fungicidas  ya que se expondría a la intemperie  Pretendí dejar cuatro acabados distintos en cuanto a textura, por un lado la propia corteza del árbol, después las marcas dejadas por las herramientas, - motosierra y radial - y finalmente presentar la madera pulida. Este trabajo si precisaba concentración, la maquinaría es peligrosa, un descuido te puede costar una herida o un dedo, y ademas, un error en el manejo podría echar a perder la pieza. Por todo ello, elegía para estas operaciones el momento en que menos gente paseaba por allí.

Ya me encontraba preparado, había sufrido un cambio de fisonomía impresionante, y ciertamente no me disgustaba mi nuevo aspecto, incluso a última hora me embadurnaron con una sustancia que aunque al principio resultaba algo pegajosa luego comprobé que era muy eficaz para que los bichos no me comieran.  Resultaba extraño todo lo que había sucedido en poco tiempo, la llegada a este bonito lugar, el corrillo de gente que a diario se acercaba a verme, el sonido incesante del mar, que aunque no podía verle por mi posición yacente lo percibía muy cercano y por encima de todo me embargaba el sentimiento de estar viviendo otra realidad, o un sueño como dicen ellos.

A última hora de la tarde, se acercaron un grupo de personas armadas con cuerdas, esto podía significar movimiento; comenzaron a rodearme sin perderme de vista, escrutándome con avidez, pronto comenzaron a envolverme con las cuerdas - ya estábamos  allí había mucha gente, ocho eran los encargados de coger cada uno de los extremos de las cuerdas, otros nos abrían el paso y las verjas de salida al paseo, parecíamos un cortejo fúnebre si no fuera por la juerga que se traían los porteadores. Pronto me vi levitando sin el menor esfuerzo, era estupendo. No podía distinguir el mar pues era de noche, pero si intuía la larga linea blanca que producen las olas al batir en la arena; murmullos, muchos murmullos y risas me acompañaron hasta el cruce del paseo con un pequeño callejón de los que daban acceso a las playas. Estuvieron largo rato observando el espacio y discutiendo sobre cuan sería el lugar apropiado,- hay que ver con la cantidad de espacio que había y lo difícil que resultaba que se pusieran de acuerdo-, entre tanto ya se había congregado un buen numero de personas en trono al lugar, lo que inevitablemente daba pie a más interpretaciones y opiniones sobre el tema.
Al fin se decidieron,  apoyaron  mis raíces en el suelo y me elevaron hasta dejarme en posición vertical; ya añoraba yo esa postura, me había pasado las últimas semanas tumbado , girándome hoy hacia un lado y mañana hacia otro, pero siempre tumbado. La vista que me proporcionaba aquella situación no era otra que piernas y zapatos de todo tipo y hechura en movimiento, corriendo , paseando, o bien parados ante mi, y una franja de cielo que se colaba por entre los barrotes de la verja. Aquello era todo.Ahora en esa nueva postura podía ver muchas más cosas, el paseo a lo largo con el ir y venir de la gente, la playa a mis pies, el cielo siempre presente, a mis espaldas una linea de villas a cual más bella y una brisa que se dejaba sentir en mi cuerpo en todo momento. En definitiva,no era un mal lugar para pasar una temporadita.







                             Así quedé definitivamentea la espera de mi regreso.










martes, 12 de marzo de 2013

Me llamo Ailanto y soy un árbol de los dioses II



La maqueta ya estaba terminada, precisamente había encontrado en un contenedor de residuos de un vivero, una partida de pequeños árboles que no habían resistido los trasplantes y que encajaban muy bien para realizar la obra a escala. El resultado fue alentador, asentado en las raíces  el tronco se  había transformado en una especie de torre recorrida por escaleras que ascendían dejando a su vera pequeñas puertas o entradas.
La sonrisa de Paulete al ver la maqueta era claramente una muestra de aceptación.
- Me gusta, me parece que refleja claramente la idea de la que hablamos. Mucho curro ¿no?
- Bueno, con eso ya contaba, hay piezas en las que el trabajo tiene sentido, como el  que hacen los xilófagos excavando túneles y más túneles; en otras sin embargo un soplo del viento es suficiente para hacerlas vivir . Bueno - exclamé- ahora solo nos falta el árbol. ¿Qué sabes de eso?
- Por ahora no tengo noticias al respecto, solamente la declaración de intenciones del concejal de urbanismo, al que recurrí como me dijiste: "¿Aquí? aquí no hay árboles."
Era lógico por otra parte que eso fuera así, los concejales de urbanismo y más en esa época solo tenían ojos para levantar edificios, farolas o algo que tuviera que ver con el cemento, o  dicho de otro modo, con el dinero,de ahí su incapacidad para ver un árbol y si lo ven, enseguida les asalta la idea de cortarlo aunque sea para construir una caseta para un perro en su lugar.
- ¿Y los ecologistas y el de medio ambiente?
Paulete guardo silencio unos momentos.
- Bueno, yo no pierdo la esperanza, pero por si acaso ve echando un vistazo por ahí.
Ese "echa un vistazo por ahí" me sugería que debiera ir a Benicassin a ver si yo encontraba algo. Por una parte la idea no estaba mal, unos días por la playa recorriendo vertederos - legales e ilegales - hablar con los jardineros de la zona, visitar viveros, etc..para mi resultaba importante que el árbol fuera del mismo lugar donde iba a realizar el trabajo, pienso que esos vínculos si se puede hay que mantenerlos. En otro sentido el viaje conllevaba unos gastos extra que yo no estaba dispuesto a asumir - ya me gustaría -. Además, pienso y estoy plenamente convencido de que era mucho más fácil hacerlo desde allí, pero....








Enrique, el "negro" para los amigos me comentó que desde la casa de sus padres se veía un árbol caído  estaba tirado en la parcela de al lado cubierto por la maleza. Enrique era un ecologista convencido, veraneante desde su infancia, descendiente de un oriundo y arraigado al lugar; era una persona coherente con sus pensamientos y su vida se desarrollaba alrededor de la naturaleza. Era jardinero en Madrid y ecologista activo en Bustarviejo; de vez en cuando él me aprovisionaba de material para mis esculturas procedente de los parques en los que trabajaba.
Desde el camino resultaba complicado acceder al árbol caído, demasiadas zarzas y ortigas, realmente un penoso trayecto. Me acerqué al taller a recoger un podón y un horquillo, pues iba a resultar laborioso llegar hasta él. Poco a poco, según me  acercaba, iban apareciendo matices que revelaban como iba a ser el árbol; las raíces en una extraña verticalidad mostraban un cierto deterioro, fracturadas algunas de  las vías principales y enterradas todavía otras, formaban una amalgama con la tierra adherida a ellas. El tronco y los ramajes se encontraban semiocultos por la maleza, pero podía apreciarse  que su estado era francamente bueno. En un ataque de ansiedad deseoso de ver al completo el árbol, me dispuse podón en mano a liberarlo de las zarzas.Al descabezarlo con la motosierra tuve sentimientos encontrados, por una parte una grata sensación recorrió mi cuerpo al contemplar la grandeza del tronco separado de el ramaje, y por otra tuve la sensación de que el árbol había dejado de serlo al amputar su copa, comenzaba la trasformación de ser vivo en objeto
Realmente era un ejemplar muy bueno y su conservación perfecta, tan solo habían pasado unos meses desde que cayera, esto resultaba positivo en cuanto que el trabajo, al estar todavía fresco, iba a resultar menos fatigoso que si estuviera seco, por otra parte, me encontraría   las contracciones debidas a un secado más brusco y menos homogéneo lo que seguramente produciría grietas y fisuras insospechadas. El siguiente paso que me planteaba, era como sacar el árbol de allí.

Hablé con Ángel -http://fhol.blogspot.com.es/2008/07/histora-de-un-cedro.html- ,necesitaba saber su opinión, para saber que posibilidades reales había de extraer de aquel lugar el árbol. Nos dirigimos hacia el lugar; desde el camino solo se vislumbraba la senda que había producido mi ir y venir en la tarea de liberar el tronco, a los lados nos flaqueaba una alfombra verde que  llegaba hasta nuestra  cintura.
Angel me miraba con una sonrisa irónica, de esas que dicen !pero tío, por qué estas tan loco!
- No sé, no sé, esto esta muy apartado del camino, seguro que no llega la grúa.
pero...¿pa que quieres ese árbol?
El sabia de sobra para que lo quería  pues ya me había trasportado más árboles al taller, además era él quien me hacia los portes cuando realizaba una exposición de piezas grandes, pero siempre remataba con la misma pregunta a la que el mismo respondía siempre del mismo modo: no, si frió no vas a pasar, !con tanta leña!
- Bueno, no se..., solo necesito saber si podemos sacarlo o no.
Ángel daba vueltas como podía alrededor del árbol.
- Hombre si hay que hacerlo..... Tu verás
Realmente, cada vez lo encontraba más necesario, Paulete no había dado señales de vida y eso significaba que no se encontraba un árbol por Benicassim y este encajaba perfectamente para mis propósitos  el único problema era que había que llevarlo hasta allí, con lo que ello suponía de gastos extras

- Venga Ángel, estoy seguro de que tú sabes como hacerlo. A Ángel le gustaba que le adularan en su trabajo, no en vano era él muchas veces quien tenia que solucionar las papeletas más complicadas y dada su experiencia siempre tenia ases guardados en la manga con los que sorprender al personal.
- Le puedo llamar desde el camino a ver si viene solo, -contestó irónicamente-
- Hombre, si no tenemos que sacar las manos de los bolsillos, mejor que mejor.
- Mira...,la pluma no llega de todas todas, pero si enganchamos varias hondas yo creo que sí nos hacemos con ello, y si no, llevo también unas cadenas largas.
- ¿que vas ha hacer?
- Si puedo lo levanto, y si no lo arrastro, pero tú ya veras como viene.
Sonaba bien, sonaba a seguridad, así es que llamaría a Paulete para comentarselo





No había ningún problema, es más, note durante la conversación con Paulete cierta liberación por su parte, ya temíamos que se fuera al traste el proyecto por la falta del principal protagonista , "El árbol". Había que trasladarlo allí,- solo eran cuatrocientos y pico kilometros- era más costoso pero parecía que la organización podía asumirlo y a mi particularmente me venia muy bien, de esta manera podía comenzar a trabajarlo en el taller, con toda la herramienta disponible y el tiempo dispuesto a mi conveniencia
Me costaba trabajo creer que por la zona no hubiera ninguno, conocía bien ese lugar, pues en vacaciones solía ir por allí a un pueblecito llamado Torreblanca que tenia una linea de playa que de forma osada e inaudita, todavía conservaba un equilibrio urbanístico muy deseable para nuestro litoral. Nada de grandes torres al pie de la playa, nada de grandes avenidas y centros de ocio, nada de mil tiendas de flotadores y garitos con camareros vociferantes de menús;  los edificios de la primera linea eran casi todos de una sola planta, las más eran casitas antiguas de pescadores, o de hortelanos que habían decidido levantar en otros tiempos para pasar al fresco los cálidos veranos, sacar las sillas a la puerta y olisquear el perfume del mar o sentir la pequeña brisa nocturna , el ansia urbanística extrañamente no había invadido la zona.
Una de mis aficiones favoritas durante las vacaciones, siempre ha sido la búsqueda de materiales, pues cada zona tiene unos concretos y bien diferenciados caraterizandose por las condiciones del lugar, esa era una de las razones por las que hubiera querido que el árbol fuera de la zona, por su vinculo con el terreno. Allí abundan las palmeras, de todo tipo, grandes crasas que al secar nos ofrecen unas estructuras increíbles  frutales, algarrobos....todo un abanico de posibilidades.          







Mi primer viaje se me antoja muy corto aunque muy azaroso, pues solamente consistió en sacarme del huerto para llevarme a un  taller del que escasamente me separaban unos trescientos metros, pero fue lo suficiente para dos cosas: una, sentir el placer del desplazamiento,observar de cerca esos lugares que me rodeaban y que intuía pero que no alcanzaba a ver y la otra constatar que resulta algo complicado moverme, se necesitan unos instrumentos muy grandes que se desplazan con ruedas y que tienen una especie de columpio con un gancho que sale de su espalda.
Alguien se acercó a mi, corto  las zarzas que me abrazaban y dispuso una cinta larga y gruesa rodeando mi cuerpo. De repente comencé a levitar, mi cuerpo bamboleándose de un lado para otro, ascendía prendido de esa cinta, que emitía unos gemidos dolorosos debido a la tensión producida por mi peso; finalmente tras un súbito chasquido caí de nuevo sobre el suelo;  os juro que el comienzo no había podido ser peor, del alivio al elevarme a la brusca sacudida al caer. Después de las cintas, vinieron las cadenas, -hay que joderse como se clavan- y vuelta a empezar, pero esta vez en lugar de elevarme me sentí arrastrado, me movia, mis raíces se iban clavando en el terreno, unas se quebraban y otras aguantaban el envite arrollando a su paso malvas, ortigas y cualquier otra planta que se pusiera en medio, esa sensación resultó francamente muy desagradable.
- !! Dios como tira eso!!
- Ya te dije que vendría si o si. - Ángel sonreía victorioso -
Entretanto yo me dedicaba a cortar los matojos que el tronco iba desgarrando en su camino hacia el camión y que a veces se empecinaban en frenar su avance, parecía que las zarzas y demás matorrales se aferraran al cuerpo inerte de aquel Ailanto como unos niños que agarran fuertemente las piernas de un padre para evitar su partida.
- Ya está aquí, hemos tenido buena pesca.
Efectivamente la imagen era ciertamente similar, como si la pluma del camión fuera una caña, y el Ailanto un gran pez que hubiera picado el anzuelo.
- A ver como lo subimos a la caja - como siempre, a mi  esas cosas me alteraban un poco, pensaba en el sufrimiento del material, en que no perdiera corteza o más raíces por los golpes y Ángel en ese sentido no es que fuera muy cuidadoso-
- Pues como la vamos a subir -contestó Ángel burlonamente - tu lo coges de una punta, yo de otra, y lo echamos al  camión.
Efectivamente, el proceso de carga resultó gratamente sencillo, no hubo heridas de gravedad y el tronco ocupó plácidamente la longitud de la caja.
-A poco más y no cabe. -Murmuró Ángel-


Una vez en la explanada del taller me acomodaron, por decir algo, sobre unos troncos a modo de caballetes; ese seria el lugar en el que comenzara mi transformación.




jueves, 7 de marzo de 2013

Me llamo Ailanto y soy un árbol de los Dioses


Me llamo Ailanto, y soy un árbol de los Dioses, o del Cielo, como más os guste. Pertenezco a una especie algo invasiva, por lo que como los de Bilbao, nacemos casi donde queremos, extrañamente mi familia tiene cierta querencia por desarrollarse en las cunetas de las carreteras, tierras baldias, escombreras, nada exigentes vamos. En mi caso yo lo hice en un terreno  que en otros tiempos fuera huerta, buena tierra, cerca de un pequeño arroyo y al amparo de unos majestuosos chopos que se elevaban hacia el cielo, para mí de forma infinita; las vistas excelentes, rodeado de montañas y con un cielo limpio y cambiante . Por suerte crecí en el centro de la parcela, así es que solamente tuve como competidoras y compañeras a plantas de bajo porte aunque de mucha actividad. Por otra parte nada que ver con las condiciones en las que viven mis parientes de ciudad, que allí les despachan con medio metro cuadrado pensando... no sé  que coño pensarán que somos los árboles, es como si a un humano lo encerraran en una vitrina de dos metros cúbicos toda su vida y además rellena de ese pestilente aire compuesto de multitud de extrañas partículas  que tiñen  necroticamente las cortezas de sus troncos.


El lugar donde vivo es un pequeño pueblo de sierra, Bustarviejo; uno de esos pueblos pequeños del norte de Madrid que vagan sin rumbo cierto a los aires de las circunstancias que tocan. Fué como la mayoría de los serranos,un pueblo agricultor y ganadero, paso de cañada; apartado del tiempo  hasta hace relativamente poco. Más tarde al calor del desarrollo "¿?" un lugar de turismo de ciudad ,el de veraneo en la sierra al fresquito. Con el tiempo y a medida que la ciudad se fue convirtiendo en inhabitable ha pasado a ser un lugar de refugio para un heterogéneo grupo de ....¿insatisfechos soñadores?. De la misma manera que yo pertenezco a una especie invasora, en este lugar también se dan invasiones de otro género, por una parte, los edificios feos, de mal gusto y sin ninguna razón de ser, han ido sustituyendo a las coherentes construcciones típicas de la zona, creando un batiburrillo de imposible solución. Igual suerte ha corrido el paisanaje, distintos grupos de personas han ido asentándose generando un ruido similar al producido por las atípicas construcciones; Importantes aportaciones hacen en este sentido los sectores de la educación - maestros pedagogos educadores...-, el arte - pintores, escultores, actores, escritores....- y el medio ambiente - guardas forestales, operarios de retenes, ecologistas...,  a parte de estos, tenemos como no, que agregar a los oriundos con pedigrí que como las viejas edificaciones nos indican que no hace mucho hubo otra forma de vida. Siempre me he preguntado que fuerzas misteriosas tendrá este lugar para ser elegido como lugar de residencia. 

Al margen de todas estas presentaciones, si algo caracteriza además a esta localidad, es su climatología  una climatología podríamos decir extrema, cuando hace calor, hace mucho calor, pero mucho, cuando está de frió los termómetros se esconden bajo tierra y el hielo se apodera de cuanto líquido fluya, cuando nieva en abundancia - ahora cada vez menos, todo hay que decirlo- árboles,edificios,bancos... brotan del suelo como si de setas se tratase y cuando el viento aparece......todo vuela.




 Le presenté el proyecto a Paulete, era y creo que sigue siéndolo  el responsable de las Artes Plásticas del F.I.B. Nos conocimos a través de una galería donde había realizado una exposición "@rbol.es". Paulete era una persona algo menuda, cordial, muy sonriente y con unos ojos claros de los que se desprendía una cálida mirada. Recuerdo que se acercó al taller para comentar la propuesta y ver más ampliamente mis trabajos. Llevaba un tiempo pensando como presentar la idea del árbol como lugar donde se vive, hacer una alusión simbólica al papel que juega en relación con la numerosa variedad de seres que lo habitan de muy diversas formas bien sea utilizándolo como vivienda, como alimento, como posadero de caza, como despensa.....Cuando te paras a observar durante un rato al pie de algún magnifico ejemplar, comienzan a desfilar ante ti, tímidamente en alguna ocasión casual en otras, un sinfín de animalitos que te sugieren una estrecha relación o vinculo con el árbol , esta es la idea que me había plateado plasmar no sabia muy bien como pero si sabia que el soporte tenia que ser un árbol, no podía ser de otra manera.
- En principio lo único que necesitaría, seria un árbol
- Un árbol?
- Si, vamos..., un árbol, pero no vivo, me vale con el tronco y algo de raiz , de unos cuatro metros.
Paulete se quedó un poco pensativo.
- ¿De donde saco yo un árbol?
Yo me quede un poco pensativo
- mmm... Bueno, mi experiencia me dice que no es muy difícil,  se puede mirar en los vertederos, es una verdadera fuente de materiales, y aunque te parezca insólito  también de madera, la gente no valora en absoluto los árboles, ni siquiera para leña, y ahora que hay mucha construcción menos, las cosas se tiran y punto, quitamos veinte árboles grandes para hacer una urbanización y plantamos doscientos palitos en unos cuadraditos que no llegarán nunca a ser  nada. Estaría bien que desde el Ayuntamiento te echaran una mano; entre Medio Ambiente y Urbanismo se tiene que poder localizar algo, también los ecologistas seria una buena fuente,normalmente ellos están atentos a estas cosas. 




Precisamente fue esto, una fuerte tormenta de aire lo que hizo que después de treinta y largos años, mi cuerpo cayera doblegado ante la extraordinaria insistencia del viento; tras un fuerte bamboleo de incesante acá para allá  mis raíces no aguantaron más y se desligaron del suelo , suerte que el ramaje que había ido desarrollado a lo largo del tiempo, amortiguó la caída. Mi primera vida había llegado a su termino, poco a poco las zarzas y demás plantas camuflaron mi cuerpo queriéndolo preservar como alimento de los seres más pequeños, larvas, insectos y xilofagos serian mi nuevos propietarios hasta dar por extinto mi cuerpo, aunque para eso todavía faltarían muchos años. Lo que jamas hubiera pensado es que a partir de entonces iba a comenzar una segunda existencia, marcada por los viajes; si, digo bien, un ser como yo, fundamentalmente estático  no por deseo, sino por naturaleza, iba a tener la oportunidad de trasladarme y conocer mundo,  de experimentar la sensación de viajar yo solo, como en un trono, bien acompañado o casi hacinado como si fuera ganado.Visitar sitios tan extraordinarios como el mar, o tan insólitos como un museo, que es un lugar donde parece que recalan objetos muertos para que las personas les contemplen.


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